Muchos de los billetes que conforman nuestra colección, no son solo simples trozos de papel y tinta, ya que en muchos casos también poseen una historia propia. Quizá esté relacionada con el tiempo en que se imprimió y los hechos ocurridos en esa época, formara parte de la última circulación de un tren concreto, o simple y llanamente representen algo íntimamente especial únicamente para su poseedor.
En cualquier caso, con este post inauguramos la sección «Historias», y es aquí donde queremos contar las vuestras. Para que no se queden guardadas en el profundo olvido de vuestros archivadores, y cualquier amante de la forondotelia pueda conocerlas.
1 de enero de 2002. El mundo entero estrena un nuevo año, aunque España, junto con otros 11 países de la Unión Europea, se prepara también para afrontar uno de los acontecimientos más importantes de su historia reciente. La implantación de la moneda única supone imponer un cambio de concepto y mentalidad a todos los espectros de la sociedad. Nada lo puede esquivar, nadie queda al margen, a todos afecta; ha llegado el Euro, y lo ha hecho para quedarse.
Los primeros días de uso, nadie, absolutamente nadie, tiene realmente claro el funcionamiento de las equivalencias. La peseta, como unidad de medida, es un concepto tan intrínsecamente ligado a nosotros durante generaciones, que sacárnosla de la cabeza y cambiar el chip es misión casi imposible. De la noche a la mañana un café pasa de costar 100 pts. a 1 €, y terminamos por asumir resignados que esto es como aprender un idioma, y que solo el tiempo y el uso nos terminarán por familiarizar con la nueva moneda.
Es domingo, 6 de enero, día de Reyes. Cuando entro al vestíbulo de la pequeña estación del pueblo alicantino de Callosa de Segura, imagino que el día anterior aquello habría sido un trasiego de idas y venidas de gente con los regalos de última hora. Pero hoy no. De hecho, me encuentro solo.
El jefe de estación en ese instante está realizando labores de gestión en la mesa de su despacho, que yo puedo ver a través del cristal de la taquilla, al fondo, porque es él mismo quien atiende a los viajeros. Le pido un billete de ida y vuelta a Alicante, y es ahí cuando me percato de que imprime dos. Me giro, y observo que sigo estando solo. ¿Para quién será el otro? En ese momento veo como los grapa. Qué raro…si siempre lo expide en uno solo, ¿qué será ese añadido?.
Cuando me los da, rápidamente levanto el primero de ellos, que curiosamente sigue siendo el de siempre, el típico «Ida y regreso», lo que aumenta mi curiosidad. Acto seguido lo veo; «vaaaaale, esto ya me cuadra», pienso. Y es en ese preciso instante cuando recuerdo el día en el que me encuentro, y el cambio de moneda que se produjo unos antes.
El billete extra resulta ser un resumen del cálculo del cambio, donde indica el importe del mismo, el dinero entregado y el devuelto, y todo ello con las conversiones de pesetas a euro. Posteriormente observaré cómo se sigue entregando durante un par de meses más.
Me decido a conservarlo, a guardarlo a buen recaudo, porque intuyo que en unos años será un documento curioso que explicará (mínimamente) el momento histórico que estamos viviendo. Inconscientemente, este se convierte en el primero de muchos billetes que vendrán después. Sin haber escuchado nunca en ese momento la palabra «Forondotelia«, ni siquiera saber que existe otra gente que colecciona estos trozos de papel, este se convierte en el inicio de mi pasión por coleccionar billetes de transporte, aunque no lo supiera ese día. Los años, los viajes, los amigos y los intercambios han conformado todo este tiempo mi modesta colección, y han sido el germen de esta web, que ahora mismo estás leyendo.